top of page

Y si lo que te falta no es más, sino disfrutar lo que tenes

ree

Disfrutar parece algo tan simple que muchas veces lo damos por obvio. Pero cuando miramos más de cerca, nos damos cuenta de que no siempre sabemos hacerlo. Vivimos corriendo detrás de lo que falta, preocupados por lo que viene, atrapados en lo que pasó, y en ese apuro se nos escapan las pequeñas cosas que le dan sentido a la vida. Disfrutar no es un lujo, es una forma de vivir. Y sin embargo, lo postergamos como si fuera algo secundario.

Cuántas veces decimos “cuando termine este proyecto voy a descansar” o “cuando tenga más tiempo voy a disfrutar con mi familia” o “cuando logre esto voy a estar tranquilo”. Y mientras tanto, el presente pasa de largo. La trampa está en creer que disfrutar es algo que ocurrirá después de que todo encaje perfecto. Como si fuera un premio que recién llega cuando se cumplen ciertas condiciones. Pero la vida no funciona así. Siempre habrá algo pendiente, siempre habrá una preocupación rondando, siempre habrá alguna incomodidad. Si esperamos a que todo sea ideal, vamos a pasar de largo sin haber disfrutado nada.

Disfrutar no significa negar las dificultades ni disfrazar la realidad de optimismo vacío. Significa estar lo suficientemente presentes para reconocer que, aun en medio de las tensiones, siempre hay algo que vale la pena saborear. Una conversación sincera, una mirada cómplice, un mate compartido, un logro pequeño que pasa desapercibido. Esos momentos no resuelven todos los problemas, pero nos recuerdan por qué vale la pena seguir.

En el liderazgo, disfrutar también juega un papel fundamental. Un líder que solo se enfoca en resultados, que vive con el ceño fruncido y la cabeza en el próximo desafío, transmite tensión a su equipo. En cambio, un líder que sabe disfrutar del camino inspira otra energía. Cuando se celebra un avance, cuando se agradece un esfuerzo, cuando se disfruta de un logro colectivo, el equipo se fortalece. Y no porque se escondan las dificultades, sino porque se reconoce que el trayecto también merece ser vivido.

Disfrutar no es sinónimo de relajación pasiva. No se trata de no hacer nada. Es más bien una actitud frente a lo que hacemos. Podemos disfrutar del trabajo cuando lo conectamos con nuestro propósito, podemos disfrutar de un desafío cuando lo vemos como oportunidad de aprendizaje, podemos disfrutar incluso de una pausa en medio del caos porque nos recuerda que no somos máquinas. El disfrute está en la manera de estar, no en las circunstancias externas.

Muchas personas creen que no tienen tiempo para disfrutar. Pero en realidad, disfrutar no requiere más tiempo, requiere más conciencia. No necesitamos un viaje exótico para conectarnos con la alegría. A veces basta con detenerse un instante, mirar alrededor y reconocer lo que ya está ahí. El problema es que nuestra mente entrenada para la exigencia tiende a pasar por alto esas señales. Por eso disfrutar es también un ejercicio de humildad: aceptar que la vida ya nos ofrece mucho más de lo que vemos cuando estamos preocupados solo por producir o conseguir..

Al final, disfrutar no es un adorno, es lo que da sentido. Porque la vida no se mide solo por lo que logramos, sino por cómo lo vivimos. Y lo vivido con disfrute se convierte en memoria valiosa, en energía que sostiene, en historias que inspiran.

La invitación es simple y a la vez profunda: no esperar a que todo esté perfecto para disfrutar. No dejarlo para después. No confundir el disfrute con ausencia de problemas. Se trata de abrir espacio aquí y ahora, aun en medio de lo imperfecto, para reconocer lo bueno, agradecer lo pequeño y elegir cómo queremos vivir lo que nos toca. Porque al final, el tiempo pasa igual. Y cada día que dejamos de disfrutar es un día que no vuelve.

 
 
 

Comentarios


bottom of page