Esencial -ismo
- Gustavo Picolla
- 13 may
- 3 Min. de lectura

Martín siempre había sido el pilar de la empresa familiar. Su padre le confió el negocio cuando apenas tenía treinta años, y desde entonces, se convirtió en el epicentro de cada decisión, cada problema y cada oportunidad. A diario, su agenda estaba desbordada: reuniones con proveedores, conflictos con empleados, discusiones con su hermano mayor sobre la dirección de la empresa y llamadas incesantes de clientes. Sentía que si soltaba un solo hilo, todo se desmoronaría.
Un martes particularmente caótico, mientras intentaba apagar un incendio en la producción y atender una llamada urgente de un cliente clave, su hija menor le envió un mensaje: "Papá, hoy es mi presentación en la escuela. Dijiste que vendrías". Martín sintió un nudo en el estómago. Miró el reloj y comprendió que, una vez más, había fallado.
Días después, su tío Roberto, un hombre sabio y de pocas palabras, pasó por la empresa. Tras una charla sobre el negocio, Roberto le lanzó una pregunta inesperada:
—Si tuvieras que elegir solo una cosa en la que enfocarte este año, ¿qué sería?
Martín se quedó en silencio. Nunca se había planteado algo así. Siempre había intentado abarcarlo todo.
—No lo sé… Hay tantas cosas urgentes.
—Ese es el problema —dijo Roberto—. No todo lo urgente es importante. Y al querer resolverlo todo, no resuelves nada bien. ¿Sabes qué es esencial para que esta empresa prospere?
Martín no pudo responder de inmediato. Pasaron minutos de silencio hasta que, finalmente, dijo:
—Que el equipo trabaje alineado y comprometido. Si logramos eso, la empresa será más fuerte.
—Ahí tienes tu respuesta. Enfócate en eso. Lo demás, o se delega, o se deja ir.
Esa conversación marcó un antes y un después. Por primera vez, Martín dejó de atender cada mínimo problema y empezó a concentrarse en lo que realmente importaba: fortalecer el equipo y la cultura organizacional. Aprendió a delegar, estableció reuniones estratégicas más claras y definió un solo gran objetivo para el año.
El impacto fue sorprendente. El equipo, antes desmotivado por la falta de dirección, comenzó a trabajar con más claridad y propósito. Los conflictos ya no lo absorbían por completo, porque ahora se resolvían con estructura y prioridades.
Martín entendió que ser un buen líder no significaba hacerlo todo, sino saber elegir lo verdaderamente esencial.
¿Has escuchado hablar del esencialismo?
El esencialismo es un enfoque que se centra en identificar y enfocarse únicamente en lo esencial, eliminando todo lo que no aporta valor o distrae del propósito principal.
Uno de los principales exponentes de esta filosofía es Greg McKeown, autor del libro “Esencialismo: La disciplina de perseguir menos”, donde plantea que el esencialismo no se trata de hacer más cosas, sino de hacer las cosas correctas de la manera correcta
En mi opinión, hay dos ideas clave del esencialismo:
Menos pero mejor: en lugar de tratar de abarcarlo todo, se trata de elegir lo que realmente es importante y poner toda la energía en ello.
Poder decir NO: si te enfocas en lo realmente importante es indispensable rechazar lo que no esta alineado con esto para evitar el desgaste y la dispersión.
Las ventajas de aplicar este enfoque a nuestras actividades son:
Identificamos 2 o 3 metas que realmente impactarán en el crecimiento del negocio en lugar de las 10 o 15 que establecíamos.
Elegimos los asuntos más críticos y los abordamos con profundidad antes de pasar al siguiente, en lugar de intentar resolver todos a la vez
Le decimos que NO a proyectos, reuniones y actividades que no suman a nuestro propósito, en lugar de asumir compromisos pensando que todo es urgente.
Pregúntate:
Si solo pudiéramos lograr o resolver una cosa este año, ¿cuál sería la más importante?
¿Esto nos acerca a nuestra visión a largo plazo o solo es un incendio del momento?
Las respuestas a estás preguntas te acercarán a la práctica de este enfoque.
En conclusión: en el liderazgo, como en la vida, lo más valioso no es cuántas cosas hacemos, sino qué tan bien hacemos lo realmente importante. Aprender a priorizar no solo salva negocios, sino también relaciones y bienestar personal.
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