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Si los pascuenses lo hubiesen sabido


La isla de Pascua está ubicada en medio del océano Pacífico, alejada más de 2.000 kilómetros de cualquier otro lugar. Los primeros polinesios se encontraron con una frondosa vegetación y una abundante fauna. Prácticamente toda la isla estaba cubierta de bosque y era una de las mayores colonias de aves marinas de la zona. Sin embargo, también era muy ventosa, bastante fría y poco lluviosa. Sin aquel bosque, la biosfera de la isla quedaba desprotegida. Pero esto es algo que los pascuenses no sabían. A medida que la población aumentaba, cazaban y pescaban más, tomaban más frutos de los árboles y talaban el bosque más rápido, empleando cada vez más cantidad de su principal fuente de energía: la madera.

Con el paso de los años, la población terminó por aislarse del resto del mundo. Solo existían ellos y el océano que los rodeaba. A lo largo del siglo XVII, la población pascuense creció desmesuradamente, alcanzando «el pico de su civilización». A partir de entonces, los recursos naturales empezaron a escasear. La sobreexplotación acabó con la caza. Y cada vez había menos pesca. La tala del bosque hizo la tierra más árida y las cosechas más pobres. Con la escasez de árboles, se terminó la madera. Así es como sus habitantes dejaron de disponer de abono, herramientas, canoas y cuerdas. Incluso empezaron a tener dificultad para hacer un buen fuego. En su lucha por la supervivencia, las tribus de la isla comenzaron a pelear entre ellas para obtener la energía que necesitaban para alimentarse y guarecerse del frío. Al principio lo hacían pacíficamente, intentando reconquistar el favor de los dioses para que la tierra recuperara su antigua fertilidad. Competían por ver qué tribu construía la estatua de piedra más alta. Irónicamente, construir y erigir estas estatuas consumía enormes cantidades de madera, aceleraba la deforestación y producía el efecto contrario al deseado: extender la aridez de la tierra.

El colapso de esta civilización llegó en forma de lucha armada entre sus tribus. Se destruyeron y mataron unas a otras para obtener los escasos recursos existentes. Incluso llegaron a practicar el canibalismo. De los 30.000 habitantes que llegaron a vivir en la isla de Pascua, a principios del siglo XVIII solo quedaban 3.000. Cuando los navegantes europeos descubrieron Rapa Nui en 1722, les inquietó ver toda la tierra cubierta de estatuas derribadas y puntas de flecha desparramadas por todas partes. Y más tarde, se sorprendieron al ver con sus propios ojos cómo los habitantes supervivientes seguían luchando unos contra otros de forma salvaje y encarnizada. Curiosamente, al entrar en contacto con los primeros europeos, los desnutridos pascuenses solo les pedían una cosa: «más madera».[1]


La historia de la isla de Pascua nos muestra como el paradigma del “yo gano, tu pierdes” terminó en forma catastrófica ante la desaparición de los recursos naturales que tenía la isla. Los pascuenses solo tuvieron la visión de que para poder sobrevivir deberían destruir al resto de las tribus. El interés propio los llevó a la desaparición.

Me pregunto, ¿no es lo que le pasa hoy la humanidad? ¿no es poner el interés propio por encima del interés común el tumor que afecta a la humanidad? Yo considero que sí.

El ser humano se ha convertido en alguien que ve la vida como si hubiera pocas cosas, con mentalidad de suma cero. Pretenden que los demás sean como ellos, y si no es así los convierte en su enemigo. El éxito del otro significa su propio fracaso, por eso envidia el éxito de los demás, aún cuando sean de su familia o grupo de amigos. Consideran a las diferencias como signos de resistencia y deslealtad. Van por la vida con la creencia de que el fin justifica los medios, mostrándose agradables y amables pero no te des vuelta porque pueden volverse monstruos. Siempre se ponen en primer lugar y solo después de que logran lo que quieren, tal vez se preocupen por el otro. Solo dan, si obtienen primero. Stephen Covey llama a esto mentalidad de escasez.

¿dónde nos lleva esta mentalidad? Al mismo destino que los pascuenses, a desaparecer. Acaso, ¿no es lo que ya estamos viendo con el cambio climático? Porque el problema del cambio no es el planeta, el planeta se va a acomodar y el que va a desaparecer es el ser humano.

¿se pude solucionar? Considero que si, con mentalidad de abundancia. Viendo que en el mundo hay bastante como para que ninguno se quede sin lo suyo. Buscando el beneficio mutuo a través de una negociación colaborativa donde se puedan alcanzar terceras alternativas. No es ponerse primero, tampoco último, es ponernos a la par para el bienestar de ambos. Es contemplar los intereses en lugar de las posiciones individuales.

Si los pascuenses hubiesen tenido mentalidad de abundancia, seguramente la historia hubiese sido otra.

Por eso estoy convencido que los líderes organizacionales deben dar el puntapié inicial desarrollando empresas donde tanto los propietarios como los clientes y los empleados se beneficien. Así florecerá el beneficio mutuo en el mundo.

Y ud. ¿qué mentalidad tiene?


[1] Vilaseca, Borja. Qué harías si no tuvieras miedo (edición ampliada) (Spanish Edition) (p. 213). Penguin Random House Grupo Editorial España. Kindle Edition.

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