Deshacernos de los vampiros de energía
- Gustavo Picolla

- 3 ago
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Hay personas que, después de estar con ellas, te dejan con más ganas de vivir. Y otras… que te dejan pidiendo cama y suero.
No sé si alguna vez escuchaste hablar o leíste de los “vampiros de energía.” Yo lo leí durante mis vacaciones en el libro “La riqueza que el dinero no puede comprar” de Robin Sharma. En este libro Sharma dice algo así como que cuidar tu energía es más valioso que cualquier cuenta bancaria. Porque, si estás agotado, ¿de qué sirve todo lo demás?
Y no puedo estar más de acuerdo.
No tienen colmillos ni capa, pero son igual de efectivos para chuparte la vitalidad. Están en todos lados: el que se queja de todo, el que vive en el drama constante, el que critica y juzga aunque no le preguntes nada, o el que siempre trae problemas, pero nunca soluciones. Y lo complicado es que a veces son personas cercanas: amigos, compañeros de trabajo, incluso familia. Ahí es donde duele más.
No se trata de ser crueles ni de andar cortando cabezas a diestra y siniestra. Se trata de proteger lo más valioso que tenemos: nuestra energía, nuestra paz mental y nuestro entusiasmo. Si te rodeas de gente negativa, te sentís agotado aunque no hayas hecho nada físico, pierdes foco en lo que quieres lograr y empiezas a mirar la vida con lentes oscuros. Como dice Sharma, “no podes volar alto si tienes anclas atadas a tus alas.” Y a veces esas anclas son conversaciones, relaciones o ambientes que te apagan lentamente.
Pero no es solo Sharma quien habla de esto. Gary Ridge, en su libro “Tribe Culture,” se refiere a ciertos líderes como “chupadores de alma.” Son esas personas que, en lugar de inspirar, te dejan vacío, te quitan las ganas y te agotan emocionalmente. No importa si son jefes, colegas o conocidos: tienen el mismo efecto devastador que los vampiros de energía. Y lo más triste es que muchos de ellos ni se dan cuenta de lo que provocan. Creen que liderar es controlar, imponer o señalar errores, cuando en realidad terminan apagando la chispa de quienes los rodean.
Creo que todos, en algún momento, hemos tenido vampiros de energía o chupadores de alma en nuestra vida. Y también, si somos honestos, puede que alguna vez hayamos sido uno. Cuando estamos cargados de estrés, frustración o resentimiento, podemos convertirnos en gente que le quita energía a los demás. No está mal reconocerlo, porque ahí empieza el cambio.
Entonces, primero debes identificar quiénes son esas personas. A veces nos cuesta verlas porque estamos acostumbrados. Pero si después de estar con alguien terminas enojado, triste o vacío… ahí tienes una pista. Luego, debes poner límites claros: reducir el tiempo que pasas con ellos, evitar meterte en sus dramas, o simplemente decir que no, sin culpa. Y, por último, llena tu vida de gente que sume: los que te inspiran, los que se alegran de tus logros, los que te escuchan de verdad, los que te bancan en los malos momentos. Porque la vida ya trae sus propios desafíos como para, encima, cargar con los problemas emocionales de otros sin límite.
Alejarte de un vampiro de energía o de un chupador de alma no significa que no lo quieras. Significa que te estás eligiendo a vos. Y eso, aunque sea incómodo, es un acto de amor propio. No necesitamos héroes que salven a todo el mundo a costa de su propia alegría. Necesitamos personas enteras, felices, que puedan dar lo mejor de sí.
Así que, si sentís que alguien te chupa la energía… no tengas miedo de tomar distancia. Tu paz vale más que cualquier relación obligada. Porque, al final, como bien dice Sharma, la verdadera riqueza es la que el dinero no puede comprar. Y tú energía es uno de esos tesoros.




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