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La libertad de elegir el significado

Visualice una mañana soleada caminando por un parque con una frondosa arboleda y un verde césped algo húmedo por el rocío caído durante la noche. La frescura del aire, el calor del sol y un cielo celeste completan el panorama, lo que le produce bienestar y tranquilidad. Piensa que una buena idea sería sentarse a meditar en ese ambiente.

De repente un movimiento en el césped y un ruido le hacen pensar en la posibilidad de una serpiente. El pasto vuelve a moverse y Ud. está convencido que es una serpiente. Su amígdala se apodera de su cerebro, el bienestar y la tranquilidad son reemplazadas por el miedo. La frondosa arboleda, el verde césped y la posibilidad de meditar ya no están en su radar. Solo hay una posibilidad, huir.

Un nuevo movimiento le permite visualizar que una rama era lo que suponía ser una serpiente. La tranquilidad, el bienestar y la idea de meditar vuelven a estar presentes.


Ambas situaciones dejan en evidencia que las emociones surgen a partir del significado que le damos a lo que sucede. Que esa emoción dispara un comportamiento y por ende obtenemos un resultado.


Ahora, imagine esa misma situación pero Ud. es un cazador de serpientes. ¿qué significado, emoción y comportamiento tendría la posibilidad de una serpiente? Seguramente pensaría: “que bueno una serpiente”, lo que le produce adrenalina y entusiasmo y se prepararía para ver que estrategia usar para cazarla. Luego, cuando se da cuenta que es una rama ¿qué le produciría? Posiblemente decepción.

Misma situación producen emociones diferentes a partir de significados diferentes.


Resumiendo podemos decir que las emociones son conductuales porque nos impulsan a actuar, son subjetivas porque frente a mismas situaciones diferentes personas sienten cosas distintas, son respuestas evolutivas porque diferentes significados producen emociones distintas.


Cabe preguntarse entonces, si cambiamos el significado, ¿la emoción cambia?

La respuesta es: sí.


Es evidente que en el caso de la serpiente no vamos a ponernos a intentar cambiar el significado, en ese caso hay que huir porque hay un riesgo de vida. Podemos decir que la emoción es adecuada al momento que se vive. Lo mismo podríamos decir que sentir tristeza ante la perdida de un ser querido es una respuesta adecuada.

El problema es cuando damos significados distorsionados al momento que se vive, lo que impide accionar en forma efectiva y posiblemente suframos por ese hecho. Cuantas oportunidades en la vida nos perdemos de aprovechar por el significado que le damos.

Si el significado que le damos a una oportunidad es limitante, sentiremos emociones que limitan nuestro accionar y por ende obtendremos, en el mejor de los casos, resultado mediocres. Por el contrario, si el significado que le damos a una oportunidad es habilitante, sentiremos emociones que habilitan nuestro accionar y por ende obtendremos buenos resultados.


Evoluciona liberándote de las narrativas que ya no te sirven


Victor Frankl en su libro El Hombre en Busca del Sentido, un estremecedor relato sobre su experiencia en los campos de concentración nazi, dice:


“Los supervivientes de los campos aún recordamos a los hombres que iban a los barracones a consolar a los demás, ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fueron muchos, pero esos pocos son una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana —la libre elección de la acción personal ante las circunstancias— para elegir el propio camino.”


Esa libertad de elegir que se encuentra entre el estímulo de la circunstancia y la respuesta que damos, es el espacio donde le damos el significado que dispara la emoción y estimula la acción personal. Ese significado marca tu destino.

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