top of page

¿Por qué estoy aquí?


ree

Hoy por la mañana miraba un video de Tony Robbins y una frase que dijo despertó mi curiosidad. La frase era: Y miro mi vida y digo ¿por qué estoy aquí?

Empecé a mirar mi vida hacia atrás y me di cuenta de que no fueron las circunstancias las que la moldearon, sino las decisiones que tomé frente a ellas. No siempre fueron grandes decisiones; muchas veces fueron elecciones pequeñas, casi imperceptibles, pero que marcaron mi rumbo. Lo curioso es que solemos atribuir nuestros resultados a lo que nos pasa, y no a lo que elegimos hacer con lo que nos pasa.

Conozco personas que crecieron en contextos difíciles, sin recursos ni oportunidades evidentes, y aun así lograron construir una vida plena. También conozco a otras que tuvieron todo a su favor y terminaron vacías, desconectadas de sí mismas. La diferencia no estuvo en las condiciones, sino en las decisiones. En cómo cada una eligió mirar lo que le tocaba vivir.

Las decisiones son el punto de inflexión entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Son el puente entre la intención y la realidad. Pero no todas las decisiones tienen el mismo peso: hay algunas que cambian el rumbo de una vida, y otras que, repetidas en silencio cada día, terminan definiendo quiénes somos.

Decidir no siempre es fácil. A veces la mente quiere una cosa, el corazón otra, y el miedo otra diferente. Pero cuando aprendemos a decidir desde la conciencia —no desde el impulso ni desde la costumbre— algo dentro nuestro se ordena. Y ese orden interior empieza a reflejarse afuera.

El enfoque es parte esencial de ese proceso. Porque cada decisión nace de lo que decidimos mirar. Si elegimos enfocar lo que falta, lo que duele o lo que no funciona, terminamos alimentando frustración. Pero si decidimos enfocar lo que sí podemos hacer, lo que sí tenemos, lo que sí aprendimos, la energía cambia. La vida no mejora mágicamente; lo que cambia es nuestra manera de estar en ella.

El sentido que damos a lo que nos enfocamos también define nuestras decisiones. Frente a un mismo hecho, dos personas pueden construir historias completamente diferentes. Una puede verlo como una derrota; otra, como aprendizaje. La diferencia no está en el hecho, sino en el significado que le asignamos. Y ese significado nace del lugar desde el cual miramos la vida: desde el miedo o desde la confianza, desde la carencia o desde la gratitud.

Y ese significado determina el sentimiento. Y por lo que sentimos, decidimos. Por eso, cuidar el foco no es un acto menor: es una forma de cuidar nuestra paz. Hoy el mundo nos empuja a la dispersión. Las redes, las urgencias, la inmediatez nos roban presencia. Y cuando perdemos presencia, nuestras decisiones se vuelven automáticas. Reaccionamos en lugar de responder.

Elegir el significado es un acto de libertad interior. Cuando todo parece incierto, seguimos teniendo ese poder: decidir qué sentido le damos a lo que nos pasa. Ahí se juega buena parte de nuestra madurez emocional. Lo que nos sucede no siempre depende de nosotros, pero la interpretación sí.

Al final, decidir no es solo elegir entre opciones. Es elegir quién queremos ser ante lo que nos toca. Y cada vez que decidimos desde la claridad, el propósito y la fe, estamos modelando un destino distinto. No porque desaparezcan los problemas, sino porque dejamos de ser espectadores y nos convertimos en protagonistas.

Podemos pasar años esperando que cambien las circunstancias, pero la verdadera transformación ocurre cuando cambiamos las decisiones. Las pequeñas decisiones de todos los días: cómo pensamos, cómo respondemos, cómo tratamos a los demás, cómo nos tratamos a nosotros mismos. Ahí está el poder real. No podemos decidir lo que nos pasa, pero sí podemos decidir qué hacer con eso, qué significado darle y en qué enfocarnos a partir de allí. Esa es la libertad que nadie puede quitarnos.

La vida no se define por las condiciones, sino por las decisiones que tomamos ante ellas. Y cada decisión, consciente o no, deja una huella en el camino. A veces basta con cambiar una sola de ellas —un pensamiento, una mirada, una actitud— para cambiar el rumbo entero de una historia.

 

 
 
 

Comentarios


bottom of page