Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos encargó a David Lilienthal encabezar la nueva Comisión de Energía Atómica. Lilienthal reunió a un grupo de personas sumamente influyentes, apóstoles, por así decirlo, de sus propios marcos de referencia. Ese grupo de individuos muy diversos tenía un plan de trabajo extremadamente pesado y estaba impaciente por poner manos a la obra. Además, la prensa lo apremiaba.
Pero Lilienthal dedicó varias semanas a crear una abultada cuenta bancaria emocional. Hizo que aquellas personas se conocieran entre sí, que conocieran sus intereses, sus esperanzas, sus metas, sus preocupaciones, sus antecedentes, sus marcos de referencia, sus paradigmas. Lilienthal facilitó el tipo de interacción humana que crea lazos entre las personas, y fue severamente criticado por dedicar tiempo a hacerlo, lo cual no se consideraba «eficiente».
Pero el resultado fue que este grupo estableció una red de relaciones estrechas; cada miembro quedó abierto a los otros, en un conjunto muy creativo y sinérgico. El respeto entre ellos era tan alto que, si surgía un desacuerdo, en lugar de oposición y defensa se producía un auténtico esfuerzo tendiente a la comprensión. La actitud general era: «Si una persona de su inteligencia, competencia y compromiso disiente de mí, debe de haber algo en su desacuerdo que yo no entiendo y que necesito entender. Usted tiene una perspectiva, un marco de referencia que yo necesito percibir». Así, se desarrolló una interacción abierta, y nació una cultura inusual.[1]
Lilienthal dedicó tiempo, dentro de la urgencia, para construir un clima de seguridad emocional que permitió que las relaciones sean abiertas y respetuosa.
La cuestión es: ¿Cuántos gerentes dedican tiempo a construir relaciones estrechas en sus equipos?
En mi opinión muy pocos. Considero que existe la creencia de que es una pérdida de tiempo, porque la evidencia es que la atención se debe poner en los resultados, en la rentabilidad. El nivel de exigencia es tal que se elige seguir andando y no parar a poner combustible.
Por supuesto que no estoy en contra de enfocarse en lograr rentabilidad, es indispensable lograrla para que las empresas no desaparezcan. El tema es cómo lograrla.
No hacerse del tiempo para generar un clima de seguridad emocional produce dos tipos de consecuencias:
Las personas adoptan una actitud defensiva y autoprotectora. Este comportamiento puede manifestarse en diferentes formas, desde culpar a otros hasta ocultar información incómoda. Las relaciones también pueden verse influenciadas por la tendencia a relacionarse en función de prejuicios, recurriendo a estereotipos y suposiciones preconcebidas que no hacen más que limitar la comprensión genuina del otro y perpetuar malentendidos y divisiones.Estas actitudes impulsan que las personas centren su atención en lo que les beneficia directamente, lo cual dificulta la colaboración y la construcción de relaciones mutuamente satisfactorias.
Cuando se trata de individuos maduros que se respetan mutuamente, surge la tendencia a evitar enfrentamientos desagradables mediante una comunicación diplomática, aunque carente de empatía. A pesar de lograr entendimiento intelectual, su visión de paradigmas y supuestos subyacentes es superficial, restringiendo la apertura a nuevas perspectivas. En tales contextos, la transacción prevalece, con ambas partes cediendo y recibiendo. La comunicación es franca, auténtica y respetuosa, evitando defensas, amenazas o manipulación. Sin embargo, carece de creatividad y sinergia.
Ambas consecuencias resultan en una ejecución más lenta y gastos incrementados, mientras los talentos más destacados se retiran y la experiencia del cliente se resiente. Aunque se obtengan resultados, el precio a pagar es la salud del equipo.
Lamentablemente, esta dinámica prevalece en la mayoría de las empresas.
La solución para revertir estas consecuencias es adoptar la actitud de David Lilienthal, facilitar el desarrollo de interacciones humanas que creen lazos entre los integrantes de la empresa.
Le dejo algunas recomendaciones para hacerlo:
Reflexione acerca de si Ud. es el tipo de persona que puede facilitar un ambiente de seguridad emocional
Muestre abiertamente su intención de crear dicho ambiente
Invite a las personas a participar
Responda productivamente las inquietudes de las personas
¿Se anima a hacerlo?
[1] Covey, Stephen. Los 7 Hábitos de la gente altamente efectivas 1° ed. II° reimp. (p. 166). Buenos Aires. Editorial Paidos. 2003
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