La rutina te duerme
- Gustavo Picolla
- 20 may
- 3 Min. de lectura

¿Alguna vez te has encontrado en una rutina donde los días se sienten como copias exactas unos de otros? Esa sensación de estar atrapado en un ciclo, donde las reuniones, decisiones y comunicaciones se repiten sin un propósito claro, es actuar por inercia. Ese estado donde hacés cosas sin pensar demasiado, solo porque siempre se hicieron así, porque "funciona". Imagina un avión volando sin intervención humana, siguiendo un curso preestablecido sin importar las condiciones. Así es como muchos líderes operan, atrapados en la inercia de la rutina, sin cuestionar el rumbo o escuchar a su equipo.
Pero, ¿qué pasaría si te dijera que existe una forma de despertar de este letargo y experimentar un liderazgo más consciente y significativo? Simon Sinek nos invita a cambiar nuestra perspectiva, a dejar de ver los negocios como un juego finito donde el objetivo es vencer a la competencia. En cambio, nos propone abrazar el "juego infinito", donde no hay final, donde las reglas cambian todo el tiempo y donde el objetivo es mantenerse en juego el mayor tiempo posible, sin perder el norte.
Piensa en esas reuniones que parecen interminables, donde las ideas fluyen sin rumbo y las decisiones se toman sin un análisis profundo. O en esas decisiones que se basan en precedentes y fórmulas probadas, sin considerar el contexto actual o las necesidades de tu equipo. El equipo recibe instrucciones, pero no visión. La estrategia se repite, aunque el contexto cambie. No es que todo vaya mal, pero tampoco evoluciona. El negocio sigue, pero no crece. El equipo cumple, pero no se inspira. El líder está, pero no lidera.
Esta "rutina" nos roba la creatividad, la pasión y la conexión humana. Nos impide ver las oportunidades que se presentan y nos vuelve rígidos ante los cambios. Ser líder no es tachar tareas de una lista. Es guiar con sentido, elegir, ajustar, inspirar. La rutina puede hacernos eficientes, pero no vamos a dejar huella. Los negocios no son una serie de checklists. Son un juego largo, complejo, cambiante. Y para jugarlo bien, hace falta algo más que oficio: hace falta propósito. Pero, ¿cuál es ese propósito? ¿Qué te motiva a levantarte cada mañana y a dar lo mejor de ti?
El propósito es aquello que perseguimos y que solo logramos alcanzar parcialmente. No es un eslogan bonito para la web, sino una razón real para hacer lo que hacés. Tener claro el para qué te obliga a salir del modo automático. Te recuerda qué querés lograr y por qué importa. Y eso, aunque parezca obvio, cambia todo. Te hace más intencional, más despierto. Dejás de reaccionar y empezás a elegir.
Para despertar de la "rutina" y abrazar el "juego infinito", necesitamos cultivar la consciencia y la presencia plena. Volver a la conciencia no requiere una revolución. A veces alcanza con frenar y mirar. Preguntarte por qué hacés lo que hacés. Escuchar a tu equipo de verdad. Cambiar de perspectiva, aunque sea un rato. Leer algo distinto. Hablar con gente que piense diferente. Salir de tu mundo un rato. Volver a tu para qué, escribirlo, compartirlo, tenerlo presente.
El liderazgo no es un destino, sino un viaje. Un viaje infinito, donde el propósito nos guía y la consciencia nos mantiene despiertos. Al combinar conciencia y propósito, podemos convertirnos en líderes que inspiran, innovan y dejan un legado duradero.
¿Estás listo para despertar? ¿Estás listo para jugar el juego infinito? El mundo te necesita. Necesita líderes que sean conscientes, compasivos y comprometidos con un futuro mejor. Líderes que no se conformen con seguir la “rutina”, sino que elijan navegar con sabiduría y valentía hacia un horizonte de posibilidades infinitas.
La pregunta no es si estás haciendo las cosas bien. La pregunta es: ¿para qué las hacés? Si la respuesta te entusiasma, vas por buen camino. Si no, tal vez sea hora de despertarte y tomar el mando otra vez.
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